Yo quiero ser como Imanol, porque Imanol es un tío de oficio. Cuando llegó al primer equipo por primera vez en 2018, heredando el elaborado, creativo, completo pero insulso legado de Eusebio, logró sacar la savia que había que sacar y dejó al equipo con el objetivo más que cumplido y con la sensación que con más tiempo podía ser más. Se fue porque creyó que aún no era lo suficientemente bueno para este club y volvió porque la Real le necesitaba. Y con el tiempo, se ha convertido en la pieza clave del engranaje que es la Real. Porque ahora, la Real es Imanol, e Imanol, es la Real.
Yo quiero ser como Imanol, porque Imanol es un tío de fe. Cuando la Real tenía imposible Europa en 2018 nos dijo que creyésemos. Y cuando al año siguiente se nos complicaba todo a mitad de temporada, nos volvió a pedir que confiáramos. Y en 2020, con el proyecto más que consolidado, nos dijo que soñásemos alto, porque él creía por nosotros. Como muchos dicen, profeta en su tierra.
Yo quiero ser como Imanol, porque Imanol es un tío con alma. A cada jugador que toca, lo deja tocado. Tocado en el corazón. Porque transmite la pasión y la entrega que se necesita para que un equipo sienta, sufra y juegue como si de un único organismo se tratase. Es el motor. El corazón. El sentimiento. Como si hubiesen bajado a cualquiera de la Aitor Zabaleta y lo pusiesen al mando. Consigue transmitir lo que sentimos todos los realistas de cuna a cualquiera que pase por delante. Ya es considerado una fábrica de nuevos realzales en potencia. Su alma es tan txuriurdin que tiene el valor de salir en la rueda de prensa post-final, delante del país entero, a cantar a su afición y poner de pie a una tierra entera. Y no se despeina. Vive por y para su equipo.
Yo quiero ser como Imanol, porque Imanol es un tío único. Hace de entrenador, de coach, de padre, de motivador, de hooligan y de utillero si hiciese falta. Solo bastan 5 minutos para saber que es especial. Un fuera de serie. Que cuando las cosas van bien, intenta mantener nuestros pies en el suelo para que no nos subamos hasta las nubes. Aunque a veces nos pasemos de subida. Y que cuando las cosas van mal, nos recuerda que pese a todo, estará ahí y no se bajará del barco. Porque sabe que su puesto es muy sensible, y que cuando todo se vuelva negro, le miraremos a él. Pero Imanol, capitán, al timón hasta el final. Dice que es de Orio, pero tengo la teoría que no es de este planeta. A veces tiene sus más y sus menos delante de las cámaras. Imanol es único, por eso hay que entenderle. Creo que lo hace para parecer más humano. Humanamente extraterrestre.
Yo quiero ser como Imanol, porque Imanol ha hecho a nuestro equipo campeón de Copa 34 años después. De Orio al mundo. De Sevilla a la eternidad. Y del banquillo de la Real a nuestro corazón. Te queremos mucho, Imanol Alguacil.
Un tío como la Copa de un pino.