22 de enero. Por entonces la vida era muy diferente a como la conocemos ahora, y es duro decir algo así sabiendo que apenas han pasado algo más de nueve meses. Era el día de disputar los 1/8 de final de Copa del Rey frente al Espanyol. Caña en mano y rodeado de amigos, el run-run en los alrededores del bar Maite cada vez era más latente a medida que se acercaba la hora del partido. Oigo de refilón: “Willian José se va al Tottenham”. En mi cabeza omito la noticia como si de humo se tratase. “Va Lobete convocado de urgencia en vez de Willy” se oye también. El nerviosismo crece entre la multitud y poco a poco parece que lo que, a priori, parecía un rumor, coge forma hasta ser una realidad, una cruda realidad: Willian José había pedido al club mantenerse al margen hasta resolver su futuro. Algo inaudito. Pues parece que no se quedó del todo a gusto, dado que repitió hasta en tres ocasiones. No volvió a una convocatoria hasta aquel partido en territorio pepinero donde Óscar Rodríguez nos clavó de falta un chicharrazo por la escuadra en el descuento, robándonos así un punto.
Tras pedir perdón a medías en un vídeo cutre y en el que al propio brasileño se le nota desganado (cualquiera diría que Olabe le apuntaba con un arma detrás de la cámara), de pronto muchos de los aficionados parecen olvidarse de todo y deciden perdonar a Willian José. Atónito, yo también decido ‘perdonarle’ y digo para mis adentros que “ya lo venderemos en verano” (pensando claro que era lo mejor para desestabilizar lo menos posible al equipo hasta finalizar la temporada).
Pasan unas pocas semanas y llegan los 1/4 de final de Copa del Rey frente al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. La Real, tras haber disputado uno de los mejores partidos de la temporada, celebra, como es lógico, el pase a las semifinales con la afición de la grada visitante. Lo curioso, e ilógico en mi opinión, es que se le empezó a ovacionar. Los aficionados que se desplazaron hasta Madrid un frío jueves de febrero comenzaron a vitorearle. Yo sinceramente no di crédito. No me lo podía creer. Ni Iñigo Martínez, quien ha sido el mayor traidor del club de la historia, pidió no jugar algún partido para cerrar su fichaje por el Athletic.
A mí de verdad que me gustaría matizar la gravedad de los actos de Willian José. Pongámonos en situación: trabajas en una empresa media de Gipuzkoa. Un trabajo cómodo y que se te da bastante bien. Y encima en la oficina te quieren. Pero llega una oferta de una empresa inglesa en la que te triplican el sueldo. Tú, sin pensártelo demasiado, decides aceptarla y llamas a tu jefe diciéndole que mañana no acudes a trabajar, que te estás planteando el irte a una empresa que te ofrece unas condiciones mejores. Pero, sorpresa: se frustran tus planes de fish and chips y el té de las 16:00h de la tarde y esa empresa inglesa te deja tirado. Coges el teléfono, llamas a tu jefe pidiéndole por favor que te deje volver al trabajo. Obviamente, él te manda de una patada al mismísimo London Eye con el finiquito bajo el brazo. Lo que quiero decir con todo esto es que Willian José no debería permanecer en la Real más allá de este verano, dado que ni la Real lo quiere en sus filas (mírese el interés sobre Carlos Fernández) ni él quiere estar verdaderamente en el club.
Me gustaría recordar unas palabras dichas por el propio Jokin Aperribay: “estamos orgullos de todos los que visten la camiseta de la Real Sociedad, y que como pensamos siempre, aquel que no quiera vestir esta camiseta, lo mejor que puede hacer es marcharse”. Blanco y en botella…
A mí fue al que más le dolió todo lo que rodeó a Willian José. El verano anterior, tras el anuncio de que heredaría el 9 de Agirretxe (ese sí que merecía la pena), ni me lo pensé y corrí a la tienda de la calle Elkano a imprimirme su nombre. Le he defendido cuando peor ha estado. Pero esto pasa de castaño oscuro. Aún queda mercado hasta el 5 de octubre, y espero de corazón, que se efectúe su salida de esta gran institución a la que faltó al respeto.
Posdata: Olabe, tú sabes que yo te amo. Te tengo en un altar, pero por favor: tráenos un central.