Podríamos decir que Willian José Da Silva firmó este mercado invernal su sentencia en Anoeta. La intentona de marcharse al Tottenham para suplir al lesionado Harry Kane y las formas en las que esto se dio llevaron a que una parte de la afición, y no pequeña, se echase encima del delantero brasileño.
Willy no acostumbra a estar metido en polémicas o en el ojo del huracán. Más allá de aquellos tweets faveados en apoyo a Bolsonaro, pocas veces se le ha visto en una situación polémica con la afición txuriurdin. De hecho, su comportamiento normalmente ha sido el contrario, el de un jugador de fuera comprometido como si fuese un canterano más, asumiendo el peso de llevar la camiseta e intentando ganarse a la afición.
Pero este enero llegó el paso en falso que, ahora mismo, Willian José seguramente esté arrepintiéndose de haber dado. Una oferta del Tottenham, una intentona de salir y mucha información confusa y contradictoria pusieron al brasileño en el ojo del huracán. La información iba desde que él había pedido salir, hasta que él entendió la situación del club, pero para cuando todo quedó más o menos esclarecido la sentencia ya estaba dictada.
En la época de las redes sociales y la afición visceral, un paso en falso te puede hacer pasar de héroe a villano en menos de lo que a cualquiera le gustaría. Twitter ya se ha posicionado, y las redes del delantero deben ser ahora un hervidero de odio y bilis contra su persona. Muy pocas personas han hecho el intento de entender la situación de un jugador al que se le presenta una oferta, apetecible en este caso, para jugar en un equipo como el Tottenham de Jose Mourinho.
Está claro que yo, como aficionado, siempre voy a querer jugadores fieles, leales. Jugadores que no se quieran marchar, y que pongan el escudo por encima de cualquier otra situación. La Real por encima de ellos mismos. Pero siendo honestos, tenemos que empezar a entender que cada paso que da el fútbol hacia adelante, dan un paso hacia atrás todos esos valores que tanto nos gustan, y aplicamos, como aficionados.
Cada día son más raros los jugadores como Aranburu o Xabi Prieto, y más comunes los jugadores como Illarramendi o Antoine Griezmann que, a pesar de ser canteranos, buscan mejorar su posición económica y deportiva.
¿Qué lealtad podemos exigir a los jugadores que vienen de fuera o incluso a la que sube desde las categorías inferiores?
Toda la que queramos, cada cuál exigirá lo que considere, pero no podemos obviar una realidad que cada vez se aleja más de sentimentalismos y amor a unos colores. Una realidad que cada vez se acerca más a que el único amor que cada jugador tiene es el amor por el dinero, en primer lugar, y los títulos, en segundo.
Esto nos lleva a tener que apreciar cada vez más a jugadores como Prieto, Aranburu o Mikel Oyarzabal (hasta el momento), pero no puede llevarnos a repudiar y odiar a cualquier jugador que haga el mínimo amago por salir del club (aunque allá cada uno con su rabia).
En la situación actual de la temporada, cualquier ayuda es buena para conseguir el objetivo de pelear por la copa y entrar en Europa la temporada que viene. Y Willian José no es menos. Podemos odiarlo, repudiarlo y abuchearle cada vez que entre, pero de aquí hasta dentro de, por lo menos, seis meses, va a seguir siendo jugador nuestro. Y lo mejor para todas las partes es que aporte desde ya, y cuente con el apoyo de la afición.
Igual que el resto, me siento traicionado. No me gustan los jugadores que se besan el escudo, aquellos que afirman amor eterno a la cara y buscan la salida a las espaldas pierden mucho del respeto que puedan ganarse en el campo. Pero hoy por hoy lo primero es la Real, y lo segundo también, y en ese barco estamos tanto nosotros, como Willy.