Esta semana nos despertamos con que a Alexander Isak le conocen desde Sport como el Ibra de Hacendado. No deben pensar lo mismo en su país natal, Suecia, donde para venderte el fútbol, el joven aparece en primer plano, por delante de jugadores como Cristiano, Messi, Griezmann, o el propio Ibrahimovic.
De Alexander Isak también se ha dicho, y ya no por medios nacionales, que es torpe y que no iba a ser un buen fichaje. Otra demostración de ciertos juntaletras, pseudoperiodistas, del buen criterio futbolístico que tienen para descrifrar a un jugador tan solo por su condición física.
Parece que el hecho de ser alto y delgado te haga ser torpe. Ya, como aquel joven Ibrahimovic con el que ahora lo comparáis. Ambos, paradigmas de la torpeza, o que se lo pregunten al defensa del Mallorca al que este fin de semana dejó sin cadera en un espacio de dos palmos.
Lo que la realidad no se dice tanto sobre el joven de 20 años es que anota un gol cada 144 minutos. Una cifra que no parece demasiado remarcable, salvo si vemos que no es un jugador titular, que es un recién llegado al club y a la liga, y que es el jugador con más de 500 minutos jugados con mejor promedio de goles de toda la plantilla (Ander Barrenetxea ha marcado un gol en 112 minutos).
Pero, además, si hablamos de sensaciones, más importantes si caben que los datos de un jugador, con Alexander Isak podemos ver un abanico enorme de posibilidades. Si algo parecía que se perdía con la salida de Juanmi eran esos desmarques que rompían defensas en dos, pero con Isak no sólo no hemos perdido ese arma, sino que sumado al buen pie de Odegaard, hemos salido ganando en prestaciones y juventud.
Otra cosa que aporta Isak, sin ninguna duda, es velocidad, pero si algo hay importante para un jugador veloz de 20 años es el control. Isak, aunque a veces parece perder el control, es por lo general un jugador que corre mucho, corre bien y que, para colmo, define bien en carrera.
A la mayoría, o al menos a los que tenemos dos dedos de frente, ya nos ha quedado claro que Isak es bueno, muy bueno. Pero también va quedando claro que es barato, y sobre todo, que es barato en relación a lo que puede valer en tan solo unos meses si sigue aprovechando las oportunidades que le brinda Imanol.
Pero lo mejor de todo es ver al bueno de Alexander celebrar los goles como uno más de la casa. Acercarse a la grada con los puños apretados, gritando de rabia. Gritos que a buen seguro van a conseguir callar a todos esos sospechosos de poner trabas a los de fuera, como otros muchos hicieron ya en su momento. Aunque parezca que algunos «periodistas» no aprendan de sus errores.
Que las alegrías de Alexander sigan siendo las nuestras por mucho tiempo más. Y que sigan callando a esos juntaletras tanto él, como Portu, como muchos de los que vienen de fuera a los que intentan ponerles piedras en el camino, en lugar de hacerles la adaptación más sencilla.