Este fin de semana he estado visitando Londres, preciosa ciudad, por cierto. Cualquier otro fin de semana habría estado pendiente de la radio incluso si el partido hubiera tenido lugar mientras estaba en el London Eye. Pero esta vez no lo estuve. Solo una vez terminado el fin de semana, en el viaje de vuelta, se me ocurrió mirar qué había hecho la Real, más que nada por curiosidad, ya que el resultado me lo temía.
Al Villarreal, un equipo en teoría de la entidad de la Real Sociedad al que derrotamos con contundencia en la ida, le bastaron 45 minutos para marcar 4 goles y llevarse el partido. Otra derrota más, y cada una es más humillante que la anterior. La Real se acerca peligrosamente a los puestos de descenso y la directiva sigue sin tomar medidas.

Diego Llorente se ve superado por Cheryshev durante el partido
Creo que la mayoría de la afición se sentirá identificada conmigo cuando digo que las sensaciones antes de los partidos ya no son las mismas. Yo siempre creo a la Real capaz de ganar a cualquier rival, pero el equipo de Eusebio ya no inspira esa confianza. Estamos ante la Real de la desilusión, un equipo encerrado en su propio juego que parece no tener ninguna capacidad de reacción ante esta mala racha, que ya se ha alargado más de un mes.
Cuando las cosas no funcionan hay que probar otras distintas, y, si la directiva cree que la plantilla no necesita modificaciones, es fundamental cambiar el técnico. El tiempo de Eusebio ya ha terminado y la directiva, que supuestamente se reúne hoy, debe ver lo que todos vemos. La desilusión es Real, y la necesidad de un cambio también.